miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿A donde van las palabras que no se dijeron?

¿Sabes a dónde van las palabras q no se dijeron? ¿A dónde va lo que quieres hacer y no haces? ¿A dónde va lo que quieres decir y no dices? ¿A dónde va lo que no te permitiste sentir? Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido, pero, lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, nos llena el alma de gritos mudos. Lo que no decimos se transforma en insomnio, en dolor de garganta. Lo que no decimos se transforma en nostalgia, en destiempo. Lo que no decimos se transforma en debe, en deuda, en asignatura pendiente. Las palabras q no decimos se transforman en insatisfacción, en tristeza, en frustración. Lo que no decimos no muere, nos mata. Lo que no decimos se transforma en trauma, en veneno que mata el alma. Lo que no decís te encierra en el pasado. Lo que no decimos se transforma en herida abierta.


¿A dónde van las palabras que no se quedaron?
¿A dónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas, como prisioneras de un ventarrón?
¿O se acurrucan, entre las rendijas, buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales, cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿A dónde van?
¿En qué estarán convertidos mis viejos zapatos?
¿A dónde fueron a dar tantas hojas de un árbol?
¿Por dónde están las angustias, que desde tus ojos saltaron por mí?
¿A dónde fueron mis palabras sucias de sangre de abril?
¿A dónde van ahora mismo estos cuerpos, que no puedo nunca dejar de alumbrar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿A dónde van?
¿A dónde va lo común, lo de todos los días?
¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿A dónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer?
¿A dónde va el mantel de la mesa, el café de ayer?
¿A dónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿Adónde van?

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